Dra. Valentina Mutay
Anestesióloga
¿Cómo llegó la medicina a tu vida?
La medicina llegó a mi vida de niña porque mi papá es pediatra y neonatólogo. Entonces, desde chiquita sabía lo que era ser médico. Así como la dedicación y el compromiso que demandan los pacientes y la carrera, los horarios de locos, el estudio continuo y el sacrificio. Desde chiquita siempre quise ser médica.
¿Qué te llevó a elegir la especialidad de anestesista?
En realidad no fue mi primera opción. Cuando entrás a la carrera de medicina, muchas veces no tenés mucha idea qué implica ser anestesista. Pero a medida que fui avanzando en la carrera en el internado, me interesé mucho por la anestesia. Me gustó que implicaba el manejo de distintas especialidades, el manejo de pacientes críticos, el confort del paciente. Tenía varias de las materias que me gustaban en medicina: la fisiopatología y farmacología.
Lo que siempre supe fue que quería trabajar vinculada con niños. Por eso, la mayoría de mis pacientes son pediátricos. Trabajar con niños es muy especial, implica manejar otro lenguaje, una comunicación especial con los padres. No trabajás solo con el niño, sino también con su familia. Me siento bien haciendo eso, del lado del respeto, cariño y empatía. Trato de que el ingreso a block o cualquier intervención que implique el trabajo con niños en su familia sea de la manera más confortable y menos estresante para todos.
¿Cuál es tu recuerdo de tu época como estudiante de medicina?
Recuerdos de mi época de estudiante tengo miles. Lo principal que te da la facultad es conocer mucha gente, muchos amigos, muchas horas de estudio compartidas con las familias de tus amigos. Te da amigos para toda la vida.
En las épocas de “leuquear” cuando era estudiante, me acuerdo de ir a hospitales y ver otras realidades. En el internado vas a distintos hospitales, al interior, conocés la población más vulnerable. Trabajás con distintas personas, edades y distintas situaciones. Miles de recuerdos lindos.
Fuera de trabajo, ¿qué es lo que más te define y qué es lo que te gusta hacer en tu tiempo libre?
Me considero una persona muy familiar. Tengo tres hijos y me encanta. Soy una madre en potencia, como digo siempre. Me encanta que vengan los amigos de mis hijos, que estén en casa. Me encanta reunir a mi familia, mis padres y mis hermanos. Siempre estoy pendiente de que todo esté bien, de lo que necesita cada uno.
Me gusta mucho hacer deporte, voy al gimnasio o hago spinning. Es como mi válvula de escape. Cuando era más chica, en el liceo y los primeros años de facultad, jugué al handball y ahora volví al mami handball.
¿Cómo logras el equilibrio entre tu vida personal y profesional?
Lograr el equilibrio es de las cosas más difíciles de mi carrera, porque la medicina puede llegar a ser muy absorbente y me gusta estar con mi familia. Mi esposo también es médico, entonces es un poco un tetris de horarios. Tenemos un contingente de abuelos, familia y amigos que nos dan una mano terrible. Sin ellos no podríamos hacer nada, no podríamos desarrollarnos ni a nivel personal, ni profesional. Esa parte es vital.
Trato de estar siempre presente para mi familia y para mis amigas. Por suerte, mi carrera me ha dado la oportunidad de poder acompañarlas en momentos críticos de su vida y trato de ser una persona que está para sus amigos, familia y pacientes.
¿Qué desafíos personales o profesionales siguen estando pendientes al día de hoy?
Como desafío profesional, por suerte he tenido la oportunidad de ir a pasantías en algunos lugares del mundo. He ido a Argentina y a Estados Unidos. Capaz que ha quedado un poco relegado eso por mi maternidad, pero en realidad siempre trato de estar actualizada haciendo cursos. Capaz que me gustaría hacer alguna pasantía más, porque siempre me parece que es enriquecedor ver cómo trabajan en otros lados del mundo. Siempre te traes cosas que podés aplicar acá para el mejor manejo de los pacientes y para brindar lo mejor de cada uno.
