El amor es saludable
Durante la infancia, las demostraciones de amor se tornan cruciales, ya que es cuando se sientan las bases para que los niños se conviertan en adultos emocionalmente equilibrados, dotados de las habilidades necesarias para gestionar y canalizar sus propias emociones. El contacto físico, como las caricias entre padres e hijos, crea un entorno que incide significativamente en el desarrollo biológico, intelectual y social del niño.
La carencia de amor en la infancia puede desencadenar problemas emocionales en la vida adulta. Por otro lado, las emociones positivas, como el amor, desempeñan un papel vital en nuestro bienestar al ayudarnos a sentirnos mejor y afrontar situaciones estresantes de manera más efectiva.
El amor tiene un impacto directo en la salud cardiovascular, reduciendo los riesgos de enfermedades cardíacas y contribuyendo a prolongar la esperanza de vida. Los lazos afectivos con la pareja, los amigos y familiares mejoran la presión arterial, lo que a su vez ayuda a mitigar los niveles de ansiedad, estrés y depresión, considerados como «factores psicológicos de riesgo».