Pablo Cuevas: Más allá de la raqueta
Ex tenista profesional uruguayo. Considerado de los mejores tenistas de la historia de Uruguay, siendo quien alcanzó la mejor posición dentro de nuestro país, en la historia del Ranking ATP, llegando en su mejor momento al puesto N° 19.
¿Cómo llega el tenis a tu vida?
Me gustaban todos los deportes. Hacía natación, canotaje, me pasaba horas en el Club y ya a mis doce años me imaginaba el deporte como medio de vida. Entre esos deportes el tenis era el que veía como posible, ya que, en ese momento estaba la famosa legión argentina, encabezada por jugadores que se veían en la televisión. Yo imaginaba mi trabajo y mi pasión unidos, y me encantó.
Yo vivía en Concordia, y me trasladaba a Salto en kayak, todos los días para jugar un rato.
¿En qué momento tomas la decisión de empezar a practicarlo de manera profesional?
A los 14 años me fui de Salto para empezar a vivir en Santa Lucía del Este, ya enfocado en mi proyecto de vida. En ese momento todavía no era profesional, pero estaba focalizado en lo que me había imaginado para empezar a hacerlo, era mi prioridad. Estudiaba de noche y le dedicaba doble turno al tenis. De ahí a ser profesional…un camino duro y largo, que empezó a pasar recién a los 19 años.
¿Cómo fue el apoyo de tus padres en tu decisión?
Tuve pleno apoyo de mis padres a la hora de elegir mi camino profesional. Confiaron en mí, confiaron en mi entrenador y gracias a eso pude formarme. En su momento, me tocó inclusive abandonar el colegio, no existían esas facilidades que hay hoy en día de hacerlo online y necesitaba dedicarle más horas a jugar al tenis.
¿Cuál era el objetivo y a lo que aspirabas en tus comienzos?
Mi objetivo en ese momento era una combinación de hacer lo que me apasionaba y vivir del deporte. Más allá de la dedicación que me demandaba, me era fácil hacerlo. Creo que inconsciente e inocentemente buscaba trabajar duro y disfrutarlo.
¿Cuáles son los momentos que más destacas de tu carrera?
Los “hitos” de mi carrera fueron bien variados.
En el 2008 fue el más inesperado, salí campeón de dobles en Roland Garros. Eso me marcó muchísimo, era muy joven en mi carrera.
En el 2016, en singles, ganarle a Nadal en semifinales del torneo de Río de Janeiro. Fue algo que lo había trabajado, soñado y fue espectacular haberlo conseguido. Jugué esa final con esa chapa de candidato.
Tu lesión siempre es recordada como un antes y un después. ¿Cómo fueron estos dos años sin juegos? ¿Qué sentiste el día que volviste?
La lesión fue un capítulo largo y duro. Largo porque fueron 23 meses fuera de la competencia, con dos cirugías de rodilla, con mucha incertidumbre, dudas y miedos. Lo trabajé un montón fuera de la cancha, tanto en fisioterapia como en la parte psicológica. Después de un buen tiempo terminé saliendo bastante fortalecido de esa situación y a partir de ahí vinieron los mejores años de mi carrera.
¿Qué sentiste el día que volviste? ¿Cómo fue y cómo lo viviste?
Volví en Brasil. Me dieron una “wild card”, es volver después de tanto tiempo, pero desde el ranking. De alguna manera, casi volver a empezar. En el momento que me tocó esa lesión era un momento que venía en pleno ascenso y de alguna manera me quedó esa sensación. Estaba entre los 40 – 50 del mundo.
La pregunta era ¿Qué te falta para meterte dentro de los 20 o 30? Y para mi era continuar y sentía que en dos o tres meses eso se me iba a dar.
Cuando volví lo hice con esa confianza, estaba agradecido y no mirando mucho lo que me faltaba, sino como “qué bueno que tengo la posibilidad de volver.” Eso fue clave en un deporte tan mental, de poner esa parte positiva en la competencia.
El tenis es un deporte donde el control de la mente es muy importante. ¿Cuál fue el partido donde tu estrategia de juego fue ir más por lo emocional que por lo físico?
Sin dudas que el tenis es un deporte súper mental. En toda mi carrera, puedo contar con los dedos de la mano aquellos partidos donde pones piloto automático y todo sucede fácil. La virtud es hacer simple lo complejo tan solo con la mente.
Algunas veces, jugando partidos siento que estoy dentro de una película. Por ejemplo, en el torneo en Croacia tuve un poco esa sensación en UMAC, desde la primera ronda hasta el final.
En un partido puntual con Wawrinka en Montecarlo, dentro del escenario más glamoroso del tenis, me metí en el personaje de la película Gladiador y pude abstraerme logrando brindar un buen espectáculo. En un momento la “película” perdió nitidez y empecé a ser más racional, terminando con el partido ganado, pero ya con un juego que no tenía la simpleza que venía teniendo.
Después del partido en Río con Nadal, tenía la final y estaba muy cansado físicamente, el partido de semifinales había finalizado muy tarde y debía ponerme de alguna manera en la situación de que había llegado hasta ahí. Debía borrar la imagen que creía que mi rival tenía de mi, que yo estaba cansado y eso haría que él tuviese silenciado sus miedos.
Lo que hice fue correr en las malas, demostrarle que estaba con mucha energía, empecé a jugarle en su cabeza ese famoso miedo o dudas a ganar. Esa vez creo que lo hice muy bien, a pesar de las circunstancias ya que venía de haber jugado un partido de más de tres horas que había terminado a las doce y algo del medio día.
Ahora tenemos un Pablo Cuevas ya retirado del tenis profesional ¿Cómo es ahora tu vida?
La verdad es que esto de ser un ex tenista es bastante reciente, pero uno no toma la decisión de un día para el otro, sino que lo viene pensando un poco, me vinieron mensajes de a poco de lo que quería para más adelante.
Hoy estoy disfrutando mucho de cosas más simples, de estar mucho con la familia, con mis hijas. He sido súper vinculado al deporte en general, la naturaleza. Me encanta pasar mi tiempo haciendo deportes al aire libre.
También vengo trabajando en una academia de tenis con chicos de alto rendimiento, que tienen ese sueño que tenía cuando arranqué y acá en Uruguay es bastante complejo que eso suceda. Estamos facilitándole todo eso que es complejo y se necesita para que lo puedan hacer en Uruguay sin tener que irse a otro lado.
¿Cómo disfrutas el tiempo en familia?
Trato de inculcarles un poco esa parte de la naturaleza, de aire libre a las chicas, de meterlas en el agua en la temporada de verano, a surfear. En invierno también nos hemos divertido bastante yendo a la nieve. Los fines de semana, las acompaño a deportes por el colegio o el club y después en el día a día trato de hacer la parte más divertida de la crianza. La parte más dura que toca la tiene la madre y yo tengo la parte más fácil o que más fácil me sale a mí, que es tratar de divertirlas y poner actividades.
¿Cómo te ves en el futuro?
En el futuro cercano disfrutando de la familia, tengo planes de armar algo, quizás a nivel sudamericano para el tenis juvenil, de lo que ya conté un poquito, buscando que se vaya expandiendo un poquito más, soy un convencido de que cuanto más grande sea esa comunidad es más fácil que eleven su nivel de tenis.
Eso me tiene bastante ocupado y a la vez entretenido, es lo que con más facilidad me sale, ya sea a la hora de sentarme en una computadora a planificar o cuando estoy en cancha.
¿Cuáles son los valores que más destacas y cómo los utilizas fuera de la cancha?
Creo que este deporte te da un montón de cosas y es un poco mi tarea hoy con muchos padres de estos chicos que estoy entrenando o en mi rol como padre traspasarlos.
El tenis, al ser un deporte individual, te da muchas herramientas: desde la disciplina, el orden, la perseverancia, la tarea, la tolerancia al error, a la frustración al perder. Se pierde prácticamente todas las semanas, y hay unos paralelismos muy fáciles de aplicar con la vida cotidiana. Así que me siento preparado para poder transmitir eso en casa o con los chicos que estoy trabajando.