Endulzantes en niños: ¿sí o no?

Dra. Carolina Neil | Endocrinóloga Pediátrica

Niños comiendo frutillas con leche | Endulzantes en niños: ¿sí o no?

Los Hidratos de Carbono (HC) son la principal fuente de energía alimentaria. Son el grupo de alimentos que debe otorgar entre 45% al 60% de la energía en los niños mayores de 1 año. Se pueden presentar como HC complejos en algunos alimentos (tales como legumbres, algunas verduras almidonadas, frutas y granos enteros), o más sencillos, comúnmente denominados azúcares o HC simples. 

Las principales fuentes de azúcares simples se encuentran en  las frutas, la leche, y los alimentos elaborados con azúcares añadidos o cereales altamente refinados (ej. harina y arroz blanco). 

El consumo excesivo de azúcar, especialmente la que viene con bebidas o jugos azucarados, panificados, galletitas y golosinas, contribuye entre otras cosas a la obesidad infantil. 

Hay evidencia científica que muestra que un bajo consumo de azúcares añadidos reduce el riesgo de enfermedad cardiovascular, obesidad, diabetes tipo 2 y algunos cánceres en adultos. 

¿A qué nos referimos cuando hablamos de endulzantes?

Los endulzantes son clasificados como azúcares (ya sea azúcar blanca, rubia, mascabo, de caña, fructosa, maíz de alta fructosa, etc.) y los alcoholes del azúcar (isomalt, maltitol, manitol, sorbitol y xilitol). Estos aportan calorías tanto en consumo directo como en alimentos preparados. 

Los endulzantes o edulcorantes no nutritivos se subdividen en naturales (por ejemplo stevia, fruto del monje) y artificiales (tales como sacarina, aspartamo, acesulfame, sucralosa, neotame y advantame). 

Nuestros cuerpos manejan el azúcar y los sustitutos del azúcar de manera diferente. Por un lado, los azúcares simples son digeridos de forma rápida por el cuerpo causando un pico de glucosa en sangre. Los edulcorantes tienen sabor dulce, mínimas calorías y no tienen azúcar por lo que no generan una respuesta glucémica en nuestro cuerpo. Muchas veces se utilizan en forma combinada. Tienen un poder endulzante que es entre 180 a 20.000 veces mayor que el azúcar. Su uso en alimentos de consumo diario, procesados y ultraprocesados está en aumento. 

La sustitución del azúcar por edulcorantes no necesariamente va asociada a una menor ingesta calórica global, pudiendo llevar a conductas alimentarias desequilibradas con alto consumo de productos edulcorados y bajos en calorías y otros con exceso de ellas. A su vez, existe una creencia, que el cambio del azúcar por edulcorantes artificiales o naturales, en un intento por reducir su consumo por los niños, puede ser una buena estrategia igualando el concepto de “libre de azúcares” con saludable. 

¿Hay un beneficio real en su consumo? ¿Son seguros para todos los niños? ¿Si fuese necesario, pueden realmente ayudarlos a equilibrar su peso?

Estas preguntas aún no tienen una respuesta categórica, pero les compartiré algunos conceptos para que puedan tomar decisiones informadas respecto al uso de endulzantes no nutritivos. 

En general no se aconseja su consumo en niños menores de 2 años, ellos necesitan muchos nutrientes para el desarrollo cerebral y de su cuerpo y los sustitutos del azúcar no tienen nutrientes. A su vez, no hay estudios que avalen su seguridad. 

En mayores de 2 años y en poblaciones con condiciones específicas como Diabetes tipo 1, tipo 2 y más discutido en obesidad, es razonable habilitar el uso de sustitutos del azúcar.

En mayores de 2 años sin condiciones de salud específicas tendremos que cuestionarnos muy bien por qué queremos darles este tipo de productos. 

Hay que tener en cuenta que si los niños consumen una gran proporción de sus calorías del azúcar, probablemente se estén privando de otros alimentos que les proveen nutrientes esenciales para su crecimiento y desarrollo. 

Respecto a la efectividad y seguridad de los edulcorantes no nutritivos:

  • Los HC fermentables de la dieta dan lugar a material ácido que destruye el tejido dental duro si se asocia a una deficiente higiene dental, ocasionando las caries. Se ha visto un beneficio en el uso de estos productos en la salud bucal.
  • La evidencia sugiere, aunque no es concluyente, que el uso de edulcorantes cambia la palatabilidad de los alimentos favoreciendo que los niños y adolescentes necesiten consumir alimentos y bebidas cada vez más dulces. A su vez se ha visto que cuando se consumen bebidas y alimentos edulcorados quedan menos satisfechos que si consumen alimentos con azúcar llevando a aumentar la ingesta.
  • Hay estudios contradictorios respecto a si favorecen el descenso de peso en personas con obesidad. En estudios a corto plazo se vio que ayudan a perder o estabilizar el peso (en el contexto de otras intervenciones en salud) pero estudios a largo plazo muestran que este efecto se pierde.
  • Hay una nueva línea de investigación que muestra que el uso de edulcorantes altera la microbiota intestinal pudiendo aumentar el riesgo de intolerancia a la glucosa, insulino resistencia, diabetes y aumento de peso (efectos que buscamos evitar cuando sacamos el azúcar simple de la dieta). Es un campo abierto de investigación sin evidencia a largo plazo.
  • Evidencia de calidad sugiere que no hay asociación entre la hiperactividad y el uso de edulcorantes no nutritivos.
  • Estudios observacionales en animales y adultos no han mostrado asociación entre su uso y el riesgo de cáncer, faltan estudios a largo plazo en población infantil.

En mi opinión no hay beneficios en exponer a los niños y adolescentes (sin condiciones específicas como Diabetes tipo 1 y tipo 2) a estos productos. Tampoco hay contraindicaciones absolutas (excepto el aspartamo y neotame en niños con una condición denominada Fenilcetonuria). 

Diríamos que, con la evidencia que hay disponible, en niños sanos, mayores de 2 años, con una alimentación balanceada en nutrientes, consumos bajos y esporádicos de endulzantes no nutritivos no generan daño a corto plazo en su salud. 

La mejor opción para optimizar la salud de nuestros niños a corto y largo plazo es ayudarlos a elegir hábitos y alimentos saludables dentro de lo que se encuentra una alimentación balanceada compuesta por todos los grupos de alimentos, con preparaciones caseras y naturales, intentando evitar el agregado de endulzantes tipo azúcares y endulzantes no nutritivos. Fomentando el consumo de agua como líquido fundamental para nuestro cuerpo y la ingesta de azúcares naturales, como los aportados por frutas, vegetales, granos y semillas, o alimentos y bebidas no azucarados. Debemos acostumbrar a nuestro paladar a reducir el dulzor de la dieta, y esto se fomenta desde edades tempranas de la vida. 

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